6/13/2011

Confianza

Yo soy el hombre que ha visto aflicción bajo el látigo de su enojo. Me guio  y me llevo en tinieblas, no en luz; ciertamente contra mi volvió y revolvió su mano todo el día. Hizo envejecer mi carne y mi piel; quebranto mis huesos; edifico baluarte contra mí, y me rodeo de amargura y de trabajo. Me dejo en oscuridad, como los ya muertos de mucho tiempo. Me cerco por todos lados, y no puedo salir; ha hecho más pesadas mis cadenas;  aun cuando clamé y di voces, cerró los oídos a mi oración; cercó mis caminos con piedras labradas, torció mis senderos. Fue para mí como osos que acecha, como león en escondrijos; torció mis caminos y me despedazo; me dejo desolado. Entesó su arco, y me puso como blanco para la saeta. Hizo entrar en mis entrañas las saetas para mi aljaba. Fui escarnio a todo mi pueblo, burla de ellos todos los días; me lleno de amargura, me embriago de ajenjos. Mis dientes quebró con cascajos, me cubrió de ceniza;  y mi alma se alejo de la paz, me olvidé del bien. Y dije: perecieron mis fuerzas, y mi esperanza en Jehová. Acuérdate de mi aflicción y  de mi abatimiento, del ajenjo y de la hiel;  lo tendré aun en memoria, porque mi alma esta abatida dentro de mi; esto recapacitaré en mi corazón, por lo tanto esperaré.
Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. Mi porción es Jehová, dijo mi alma, por tanto, en él esperaré. Bueno es Jehová a los que en él esperan, al alma que le busca. Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová. Porque Dios no desecha para siempre; antes si aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias; porque no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres.
¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el Señor no mando? ¿De la boca del Altísimo no sale lo bueno y lo malo? ¿Por qué se la menta el hombre viviente? Laméntese el hombre en su pecado. Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos a Jehová. Levantemos nuestros corazones y manos a Dios en los cielos.
Te acercaste el día que te invoque y dijiste: no temas.
Cuando la tierra parece conmoverse debajo de nosotros, debemos ser flexibles en las expectativas, pero confiemos  firmemente en el amor y cuidado inconmovibles de Dios.
Dios puede posponer la respuesta o negar nuestro pedido, pero nunca defraudara nuestra confianza.
Lamentaciones 3.